7 sept 2008

PRESENTACIÓN A.M.D.G.

Hay ciertas cosas en la vida que vale la pena dejarlas registradas por escrito por que la memoria con el tiempo va dejando de lado detalles que en su momento pudieron resultar claves. Es por eso que he decidido comenzar a llevar un diario o registro de momentos especiales pues me he dado cuenta que mi vida ha estado rodeada de sucesos poco frecuentes desde hace muchos años, y pienso que vale la pena, que al menos algunos de ellos, puedan ser conocidos algún día fidedignamente y sin exageraciones ni adornos que suelen agregarse a las historias verbales.

No es mi intención escribir un libro con mis memorias ni nada que se parezca, simplemente dejar como legado a mis hijos un testimonio de amor, o mejor dicho del amor de Dios en mi vida y la de aquellos que amo.
No sé todavía si esto que pienso relatar, se lo iré a mostrar a alguien todavía, pero siento la necesidad de testimoniarlo de la mejor manera que sé: por escrito.
Junio 1995


A.M.D.G.

Algunas personas de mi familia que conocen estos testimonios me han dicho que por que no se los muestro a quienes se interesen en verlo pues pueden ayudar a aumentar la fe de alguien. Con este propósito es que lo estoy imprimiendo para ponerlo en las manos de mi director espiritual y dejar que él decida. Por mi parte no tengo inconveniente en que sea leido por personas que no me conocen, pues es un testimonio real de la vida, no es más que una recopilación de algunas cosas que me han sucedido que están vistas desde el prisma de la Fe.

Mi vida no es ni mejor ni peor que la de cualquier persona de este mundo, la diferencia radica en el regalo de la Fe que hace que las cosas de la vida tengan un sentido, y no sean simplemente una sucesión de acontecimientos que cuando son dolorosos producen en quienes no tienen Fe, temores, rencores, remordimientos, desesperanza y una larga lista de sentimientos negativos consigo mismos y con quienes los rodean.

Todos estos sentimientos forman parte de la vida misma y todos los hemos tenido alguna vez en mayor o menor medida, pero si hay un testimonio que puedo dar es que la felicidad radica en saber disfrutar lo que se tiene y no sufrir por lo que no se puede tener.

Sólo en un abandono a la voluntad de Dios se encuentra la felicidad, ello no significa ser pasivo, por el contrario significa actuar y muchas veces decir o hacer algo que tal vez a algunos les pueda parecer inconveniente, pero es tener la valentía de ser consecuente con lo que se piensa y ser capaz de decirlo, pues TODOS somos testigos, el amor de Dios se nos manifiesta a todos en nuestra vida de una u otra manera, lo importante es ponerse a reflexionar sobre cuándo y cómo sucedió. Y si hacemos una buena retrospectiva de nuestra vida podremos darnos cuenta que Dios nos ama con un amor limpio, puro e incondicional, aunque nosotros no sepamos verlo.

Yo pienso que cada ser humano tiene testimonios increíbles del amor de Dios en sus vidas, sólo hace falta que cada uno se abra al amor de Dios y esté dispuesto a reconocer su actuar y su presencia en nuestras vidas día a día.



PATRICIA QUIROGA NEWBERY de BUNOUT Febrero 1998

2008:HE DECIDIDO PUBLICAR MI TESTIMONIO POR SI A ALGUIEN LE SIRVE PARA AUMENTAR SU FE, NO HAY COSAS TAN EXTRAORDINARIAS, SIMPLEMETE SOY UNA AMA DE CASA QUE HA VIVIDO COSAS ESPECIALES Y DIOS ME HA REGALADO LA VIDA TANTO LA PROPIA COMO LA DE MI HIJA MARIE ANNE

JOSÉ MARÍA

El hijo que no llegué a conocer

Antes de comenzar a relatar esta experiencia debo señalar que con mi marido estuvimos planificando un embarazo durante bastante tiempo, usando el sistema Billings, que la mayoría de las personas utiliza para evitar los embarazos, pero nosotros lo usamos al revés, es decir para darnos cuenta cuándo es el momento propicio para engendrar, con la ayuda de Dios naturalmente.

En cuanto tuve un test positivo, llamé a mi mamá para contarle, y en cuanto estuvimos completamente seguros les dijimos a nuestros hijos, Dominique de seis, Marie Anne de cuatro y José Marcel de casi dos años respectivamente, como es natural, las niñitas se pusieron muy contentas, pero José Marcel no sabemos si por ser tan pequeño no lo comprendió, pero nunca mostró reacción alguna al respecto.

Es interesante mencionar que mi mamá, una mujer muy intuitiva, tuvo la premonición que este embarazo mío no llegaría a feliz término, y así se lo dijo a una buena amiga apenas se enteró de que yo estaba esperando guagua otra vez, sin ningún motivo, puesto que yo jamás he perdido un bebé, que bueno que no me lo dijo a mí, puesto que ella jamás se ha equivocado en sus premoniciones...

A pesar de que estudié en el Colegio del Sagrado Corazón, no tengo conciencia de haber hecho nunca los nueve Primeros Viernes, así es que comencé casi junto con mi embarazo a hacerlos y llegó el día del Sagrado Corazón el 6 de Junio de 1997, por lo que fui especialmente al centro para encontrar un confesor para comulgar en gracia. Al día siguiente descubrí que se celebra el día del Corazón Inmaculado de María, del cual también tengo una gran devoción, ya que el escapulario verde que divulgo tiene en su reverso precisamente del Corazón Inmaculado de María y la Santísima Madre al dárselo hace ya más de un siglo a la monjita de la caridad le dijo: "Es mi Corazón Inmaculado". Bien, ése día tocaba, como todos los sábados, llevar a mis hijas a "Los amigos de Jesús" en la Parro-quia, por lo que yo siempre aprovecho para quedarme al rosario y luego a Misa mientras espero a que salgan las niñitas.

Ése día Sábado después de almuerzo fuimos con mi marido a ver unos sitios en Colina, y en el camino sentí una patadas muy dolorosas, cosa rara a los cinco meses y medio, pero no le di mucha importancia en ése momento, pero sí le dije a mi marido:
- Marcel, quiero que te prepares pues tengo el presentimiento que esta guagua no va a llegar al 10 de Octubre... creo que va a nacer prematuro...
me miró serio y me preguntó :
- Pero ¿Por qué?
- No sé mi amor, este embarazo ha sido tan diferente a los otros, he tenido varios síntomas de aborto, que aunque han sido rápidamente superados, no sé... hace más de una semana que le he pedido a distintas personas que recen por mí pues tengo ese presentimiento y tú mejor que nadie sabes que soy una persona esencialmente positiva, no soy de las pesimistas que se autoprovocan problemas.
- Pero... ¿En qué te basas para afirmarlo así, con tanta seguridad?- me planteó con cara de preocupación.
- Por ejemplo, no es normal que a estas alturas duelan las pataditas, y a mí me duelen...Por otro lado aunque a tí no te parezca argumento durante éste embarazo he estado comulgando casi a diario, lo que tu sabes que no es normal en mí, habitualmente me conformo con la misa del Domingo pero con este embarazo no sé por qué he sentido la necesidad de hacerlo…además de sentir necesidad de rezar el rosario incluso más de una vez al día y tú sabes que soy religiosa pero nunca fanática… y te juro que no me veo llegando al cumpleaños de tu papá (10 de Octubre), ni siquiera a mi cumpleaños (30 de Septiembre).
Esta conversación habría quedado ahí si es que no se hubiesen sucedido los acontecimientos como relato a continuación:
El Domingo 8 de Junio de 1997 desperté con la sensación de estar mojada, pensé que se me estaba saliendo el pipí, pero al pararme seguí
, sospeché rotura de membranas y el doctor me dijo que me fuera de inmediato a la clínica que yo había pensado tener la guagua, que si de verdad era lo que yo pensaba el panorama no era alentador... que me hiciera evaluar por la matrona de turno. Me dejaron hospitalizada, pero antes me tomaron todo tipo de muestras para hacer exámenes. Yo estaba muy angustiada por que había perdido casi todo el líquido amniótico y no presentía nada bueno...

Mientras en Villa Alemana, donde vive mi mamá, le avisaron y ella decidió venirse después de cumplir con su trabajo de secretaria dominical de la Parroquia El Rosario de Quilpué (de donde es feligresa y colabora-dora), y así aprovechar de encargar mi salud en todas las misas. Casualmente ése día circularon por la secretaría siete sacerdotes, a los cuales mi mamá no perdió la oportunidad de pedirles una misa por mi a través de la intercesión de la Santísima Virgen María bajo la advocación del Corazón Inmaculado de la Encarnación del Hijo de Dios o Dama Blanca de la Paz, de la cual mi mamá es devota misionera, por lo que mi mamá llegó tarde en la noche de ese domingo. Hago este alcance para señalar el hecho de que sólo durante el día domingo 8 de Junio se hicieron, a lo menos, 12 misas independientes en las cuales se pidió especialmente por mi salud.

Tempranito en la mañana apareció el Doctor mientras me hacían una ecografía, que mostraba el bebé en posición podálica (sentado) y que sólo había un 10% de líquido amniótico remanente, luego él se fue a ver los resultados de los exámenes y a mí me llevaron de vuelta a mi habitación, mientras tanto yo me había preocupado de averiguar todo lo posible sobre las consecuencias de una rotura de bolsa de agua en ésta etapa de un embarazo, que si el líquido amniótico podía regenerarse etc...., así es que para evitar perder más líquido subí los pies y me puse a tomar cantidades de agua para que se regenerara pronto.

El doctor al ver los exámenes nos dijo que sospechaba una infección ovular (lo que después supe que es lo más grave que puede presentarse en un embarazo), y que la indicación en éstos casos era la interrupción del embarazo para salvar la vida de la madre, cosa a la cual , naturalmente yo me negué pues el niño se movía como nunca en mi vientre...esto causó la angustia y desesperación de mi marido y aún el médico trató de convencerme que las probabilidades del bebé eran cercanas a cero, pero que por mí podía hacerse algo todavía. El Doctor me decía: "Patricia, ¿Entiendes bien qué es lo que te estoy planteando?, el riesgo es muy alto..." le contesté que lo tenía claro y que yo no tenía miedo, pero que dejara actuar a la naturaleza y que yo estaba en manos de Dios y que Él dispondría...

Yo pedí que mientras yo estuviera consciente no me inyectaran nada que provocara un parto pues la mejor incubadora es la madre, y por otro lado, yo decía que si habíamos tenido dos milagros con una de mis hijas ¿Por qué no podíamos esperar otro?. Secretamente tenía la esperanza de que si permanecía con los pies en alto e inmóvil durante un mes el bebé podría nacer prematuro pero con posibilidades de sobrevivir fuera de mi vientre, pues sé varios casos de personas que les pasó algo parecido como a los 4, 5, o 6 meses y sus bebés sobrevivieron y permanecieron varias semanas en el vientre materno claro sí que se quedaron en posición horizontal el resto del embarazo. Y yo, ingenuamente quizá, pensaba que eso era posible en mi caso.

Sucede, que al haber infección como pensaba el doctor, si no se producía un parto (algo difícil que suceda espontáneamente a los cinco meses y medio de gestación), o bien se sacaba todo de ahí pronto (incluyendo útero y demás) con una operación cesárea, la septisemia podía desencadenarse sin control en cosa de media hora. Así me lo explicaron, pero soy tozuda y llevada de mis ideas. Les pedí respeto por mi voluntad y a todos les pedí oración para que las cosas salieran de la forma que Dios dispusiera (incluyendo al médico), les dije que yo creía en los milagros y pedí una nueva evaluación a través de un examen de sangre a ver si la infección permanecía igual o aumentaba, y en ése caso me pusieran los antibióticos que él dispusiera siempre y cuando me aseguraran que éstos no dañarían al bebé y que prometiera que no me pondrían ocitosina (hormona que induce el trabajo de parto).

Como al mediodía vinieron de la Parroquia a dejarme la comunión, Marcel mismo fue a misa de 10 y pidió un ministro de la Eucaristía para mí y él mismo lo trajo, al pobre le tocó esperar su buen par de horas a que Marcel lo llevara de vuelta pues justo se comenzó a suceder el drama, conversaciones con el doctor y la toma de decisiones.

En la tarde vino la familia de Marcel, es decir Borislava y Maurice, y todos trataron de convencerme que permitiera que interrumpieran el embarazo, pero yo les dije que yo no podía cargar sobre mi conciencia hacer nada que pudiera atentar contra la vida de mi guagua que se movía dentro de mí, y utilicé el argumento que me había dado mi amiga Alejandra cuando me había dicho con lágrimas en los ojos, un par de horas antes, que siempre tiene más derecho a vivir el que viene que quien ya ha vivido... Marcel se veía desesperado, pobre, yo me di cuenta a pesar de que delante de mí mantuvo una serenidad que yo en su lugar no habría podido lograr...

Como se podía prever, la infección había aumentado, así es que me colocaron inmediatamente dosis altísimas de penicilina y cloramfenicol directo a la vena. Tan concentrado era el antibiótico que aún diluido me quemaba las venas, que no resistían más de dos pasadas y tenían que buscarme otra vía. Así es que quedé como colador, amén de los pinchazos adicionales buscando venas.

Ése día Domingo fue muy angustioso para mi familia, particularmente para Marcel, quedarse en la clínica conmigo hubiera sido además de un gasto adicional una angustia constante, pues dormí pésimo pues a cada rato venían a controlar presión y temperatura.

Marcel se fue al rededor de las 11 de la noche y fue entonces que tomé el frasquito de agua de Lourdes y La Salette mezcladas que trajo mi mamá de su viaje a Europa y Tierra Santa y del cual, naturalmente, ya había bebido un sorbito en la tarde previo a rezar el Rosario con parte de mi familia y mi amiga Ale. Con el vientre desnudo, a solas, bauticé a mi hijo con el nombre de José María (cualquier otro nombre habría tenido que consultar con mi marido) pidiéndole a Dios que hiciera caso omiso de la pared abdominal, me emocioné pues mientras lo hacía lo sentía moverse.. se lo ofrecí al Señor si esa era su voluntad y me dio un poco de pena... pues presentí que no iba a llegar a conocerlo...Después de esto no volví a sentirlo moverse, lo que me dio mucha paz.

Amanecí como a las 6 A.M. con dolores, que fueron aumentando en intensidad y frecuencia a medida que transcurría el tiempo. Lo primero que pedí fue que me monitorearan al bebé que no lo sentía moverse y no pudieron encontrar los latidos, por lo que deduje que probablemente el niño había muerto durante la noche. Hacia las 7:30 que llegó Marcel que se puso a hacerme masajes en la espalda como nos enseñaron en el curso de parto natural, y realmente disminuía mucho el dolor, pero curiosamente en un momento en que él fue al baño y lo reemplazó mi mamá no fue lo mismo, parecíamos estar conectados... bastaba que sólo me tocara, aunque no me hiciera masaje, y los dolores eran soportables... de otra manera aún respirando adecuadamente no podía resistir el dolor, aún relajándome conscientemente.

El Doctor llegó más o menos como a las 8 y dijo que iba al hospital y volvía, le dije que por favor se apurara pues yo me dilataba con mucha rapidez. Llegó el camillero a buscarme para llevarme a preparto, me dio lata tener que ir acostada pues me dolía más en ésa posición, antes de salir de la habitación, como de costumbre, me hicieron sacarme todos los anillos y medallas, mi mamá me despidió con un beso y me puso un Escapulario verde. Sufrí el trayecto, pues no permitieron que Marcel viniera con nosotros y tuvo que bajar por otro lado. Al llegar, Marcel estaba esperándome con un delantal sobre su ropa, los dolores comenzaron a tornarse insoportables aún con los masajes y presencia de Marcel. Como yo no hice dolores de parto con José Marcel, que de mis hijos, es el único que puedo evaluar puesto que los otros dos partos uno, me pusieron anestesia y el otro fue cesárea, pregunté a las enfermeras por qué me dolía tanto y me dijeron que los dolores de aborto eran siempre mucho peores que los de parto. A todo esto, yo estaba con fiebre y me la medían a cada rato la temperatura y la presión. En cuanto sentí el primer pujo le pedí a Marcel que fuera a cambiarse que yo quería que estuviera conmigo todo el tiempo. El doctor no llegaba, lo que tenía muy nerviosas a las matronas y el personal de pabellón en general. Yo era la única que estaba pariendo, así es que me transformé en centro de atención, además por estar febril la matrona no se atrevía a entregar el turno, así es que estaban los dos turnos, pero el doctor y el anestesista brillaban por su ausencia, ni siquiera ubicaban al que estaba de turno... Todo esto sucedía mientras en Santiago hacía casi una semana que llovía torrencialmente y todas la calles estaban anegadas, con los consiguientes tacos, que era la razón principal por la cual no llegaban los doctores, estaban atascados en alguna parte....

Mientras Marcel estaba vistiéndose con la ropa especial para poder ingresar conmigo a pabellón, tuve las cinco contracciones más dolorosas de mi vida, creí que moriría del dolor incluso creo que me desmayé con una de ellas pues entre cada contracción pasaba un período de aproximado de treinta segundos o quizá un poco más pero hay dos contracciones que sentí seguidas y la segunda sentí que me despertó, fue en ése momento que me di cuenta que el doctor no iba a alcanzar a llegar, pues me trasladaban a pabellón y yo sé lo rápida que soy, pues en cuanto comienzan los pujos no pasan más de cinco minutos antes que todo haya terminado... Me acordé de mi mamá que siempre nos dice que cuando uno ofrece a Dios su cruz, la carga se hace más liviana... y decidí hacer algo útil de ésta tortura, y me sorprendí a mí misma diciendo en voz baja "Señor, te ofrezco estos dolores y a mi hijo por mi marido, mi suegro, mi familia y por todos los que siempre se encomiendan a mis oraciones..." y en ése momento comenzó una contracción tan fuerte que pedí misericordia, y automáticamente me acordé del Rosario de la Misericordia que habíamos hecho en familia después de Semana Santa, y me concentré en acordarme de las oraciones mientras trataba, por otro lado, de relajarme para amenguar un poco el dolor que ya no soportaba, pero... me olvidé de respirar como me habían enseñado en el curso de parto natural. Fue en ése momento que sentí la voz de Marcel preguntando ¿Te anestesiaron? y yo no contesté pues estaba concentrada rezando y con un dolor que no creí que pudiera existir, él pensó que me había desmayado y tiene que haberse puesto a rezar, pues en el momento en que puso sus manos sobre mi cabeza se me pasó automáticamente el dolor, yo no lo podía creer, ahora las contracciones eran como las que yo recordaba con José Marcel, es decir, se me ponía duro el vientre y sentía una leve sensación como un dolor menstrual suave..., además se me pasaron lo pujos y pasaron varios minutos antes que llegaran los doctores, lo sé pues el reloj de la sala de parto estaba frente a mí. Sebastián, mi ginecólogo, no sabía si anestesiarme o no en ese momento, ya que el bebé estaba por salir y por que me veía tan tranquila y relajada. Además de que en cuanto llegó lo recibí con una sonrisa diciendo: "Te presento a mi anestesista personal y privado" señalándole a mi marido que se encontraba parado tras de mí con sus manos sobre mi cabeza. Le pedí que me anestesiaran no más, ya que sabía que igual iba a tener que hacer un raspaje posterior y yo no quería tener como último recuerdo la sensación del nacimiento del bebé que yo creía ya había muerto...

Me pusieron la raquídea, que es una anestesia que deja completamente muerto el cuerpo de la cintura hacia abajo, y parece ser que el bebé salió en cuanto deje de sentir mis piernas, es decir, unos segundos más tarde, porque un par de minutos después escuché que el doctor le decía a una enfermera "Llévese la placenta a biopsia inmediatamente por favor" mientras le pasaba un bulto metido en una caja plástica a la enfermera. Entonces me di cuenta que ya había nacido el niño y pregunté por él, me sorprendí cuando me dijo que había nacido vivo y que estaba perfecto, es decir no tenía ningún defecto físico, es más me dijo que era muy bonito, y que se lo habían llevado a neonatología.

Marcel estuvo conmigo todo el tiempo que duró el raspaje, dice que casi se desmaya pero igual se quedó conmigo, luego de eso me llevaron en la camilla y sentí varias veces decir "va febril...". Me llevaron a una sala en la cual había toda una pared llena de monitores y aparatos electrónicos y digitales, jamás había estado en un lugar como ése, pues siempre después de tener guagua me habían llevado directamente a la habitación, por ésa razón pregunté dónde me encontraba y cuánto tiempo pensaban mantenerme en ése lugar. Me dijeron que me encontraba en recuperación y que estaría por esos lados un buen par de horas, lo que me dio bastante lata, yo quería ir a mi habitación con mi mamá, mi hermana y algunas amistades que sabía estaban rezando por mí para decirles que estaba bien... Pero parece que no me encontraba tan bien como yo creía (esto lo supe después), me colocaron una manta eléctrica calientita lo que me agradó porque estaba muerta de frío, tiritaba como pez fuera del agua... luego me pusieron una manga para medir la presión y un aparato en el dedo para medir las pulsaciones, primero cada tres minutos, mientras en el mismo intervalo me medían la temperatura, que estaba alta para estas circunstancias. La presión comenzó a bajar por lo que la matrona y las auxiliares decidieron bajar el intervalo de medición cada un minuto, y yo que soy curiosa me puse a buscar en la pared donde se encontraban los monitores uno que señalara un valor asimilable a la presión arterial , por fin di con el monitor que tenía tan inquietas a las personas a cargo, y yo misma pude observar que comenzó a bajar la presión mientras la temperatura comenzó a subir, pedí que me sacaran la frazada eléctrica pues a pesar de que tenía tercianas y me moría de frío me di cuenta que la temperatura estaba subiendo demasiado por como me sentía, además yo preguntaba cada vez que me la medían. Lo que me llamó la atención fue que, en progresión geométrica se alejaban la presión y la temperatura, ésta última subía en una décima de grado y por su lado la presión a bajaba en un punto cada vez que era medido. Comencé a marearme un poco, la presión arterial iba en 5 y bajando, en ése momento no se me ocurrió pensar siquiera en lo delicada que yo estaba, sino que lo atribuí a la anestesia, pero era por la baja brusca de la presión. Después la matrona me explicó que ésos, eran signos claros de un shock séptico (una septisemia), lo que el Doctor me había dicho que era el mayor peligro que enfrentábamos, y que esto se podía producir en cualquier momento, y en ése caso no había nada que se pudiera hacer para salvarme la vida, pues era demasiado rápido y que era cosa de media hora y...hasta ahí no más llegaba....

Recuerdo que pregunté a la matrona si existía la posibilidad de que mi marido viniera a acompañarme, y me respondió: "Si...sí claro" y mandó inmediatamente a alguien a buscarlo... Mirando retrospectivamente, me llama la atención la forma en que me respondió y la rapidez con que llegó Marcel dado que la habitación queda en el ala más alejada de pabellón, lo que significa caminar casi una cuadra de ida y otra de vuelta, algo más que ahora computo es que Marcel llegó con delantal sobre su ropa pero a cara limpia, es decir sin mascarilla como todo el resto de las personas allí.

Sucede que Marcel había ido a la pieza, cuando entró y encontró a mi mamá y algunas otras personas de rodillas rezando se apestó un poco de tanto rezo, contó que la guagua estaba en neonatología y que a mi me tenían en la UCI, y bajó en seguida para averiguar más sobre mí aunque sabía que no lo dejarían entrar a verme... es por eso que llegó tan rápido pues justo venía llegando cuando salió la enfermera a buscarlo...

Mi esposo llegó con un poco de romadizo, pensé que se había resfriado, con una mano comenzó a hacerme cariño en la cabeza, y con la otra tomó mi mano libre, exepto por el medidor de pulso (un aparatito parecido a un perro de ropa), y me miraba con mucha ternura... Pasó algo curioso, de partida, se me quitó "mágicamente" el mareo, y por otro lado de la misma forma comenzó a estabilizarse tanto la presión como la temperatura, eso lo observamos ambos en el monitor...

No sé que le habrán dicho a Marcel cuando lo llamaron... pero estaba muy angustiado y nervioso, cosa que captó la matrona a cargo, que, después de lo que acabo de contar, comenzó a distraernos contándonos otro milagro que ella había tenido en la clínica Santa María hace algunos años, naturalmente que mucho más apoteósico que el nuestro, pero nos dijo y nos dio a entender que nosotros acabábamos de vivir uno, pues nadie de estabiliza en cinco minutos en un caso similar, es más, teórica-mente nadie sobrevive a una septisemia. Nos contó que ella había tenido todo el apoyo de su familia que la habían encomendado a Dios con mucha oración dirigida al Padre Hurtado. En eso llegó el Doctor que había estado en neonatología con nuestro bebé, le preguntamos por él y nos dijo con cara de poca esperanza: "Con uno que otro latido..." Nadie le mencionó nada de lo sucedido, ya había pasado el peligro... Me revisó y se despidió hasta la tarde.

En cuanto se me pasó la anestesia pregunté si me podía ir a mi habitación. La matrona se sorprendió pues todavía me quedaban más o menos 20 minutos para salir de ella, y como estaba estable me autorizó. Antes de irme me quité el escapulario verde que tenía puesto y se lo rega-lé, le dije que yo tenía más si a alguien le interesaba pues yo los hacía. En los próximos días se me fueron como 50 escapularios que a cada rato me mandaban a pedir de pabellón...

A las dos horas de estar en mi habitación llegó el pediatra a decirme que José María había fallecido, y que aunque hubiese tenido más peso y con una mayor madurez igual habría muerto puesto que estaba infectado.

A mi esposo le tocó la parte más triste, recibir al niño, ponerlo en una urna, velarlo y llevarlo al mausoleo familiar. Amen de todo el papeleo burocrático, inscripción en el registro civil, certificado de defunción etc. Creo que para Marcel ha sido de las cosas más dolorosas que le ha tocado vivir, particularmente el día del funeral del niño en que se sintió muy solo y desamparado según me contó tiempo después...

Esta fue una prueba difícil para toda la familia, pero de la cual hemos salido fortalecidos...

Debo hacer notar que se hicieron doce misas por mí el domingo en distintas parroquias y que además mi mamá rezaba el rosario junto a varias personas de rodillas en la pieza de la clínica mientras estuve en la UCI y fui encomendada a la Virgen de Peñablanca y llevaba puesto un escapulario verde que todo el personal de la clínica en especial los auxiliares y la gente de pabellón que fueron testigos de esto, quiso uno o varios después pues me hice famosa en la clínica como “la señora que salvó milagrosamente” .

CÓMO VINO AL MUNDO JOSÉ MARCEL

Mi tercer hijo vino anunciando su nacimiento con bastante anticipación, no sé que pretendería pero no hizo sino llamar la atención, particularmente el último mes de embarazo, donde a cada rato cuando sentía contracciones regulares, cada vez que llamaba a la matrona o al médico, éstas se detenían por completo, incluso se pensó en un parto prematuro y me metieron unos días a la cama, pues había perdido el tapón mucoso, tenía tres centímetros de dilatación y el cuello del útero prácticamente borrado, lo que hace creer que en cualquier minuto se desencadena el trabajo de parto.

Esto fue sumamente estresante, sobretodo para mi marido, que estaba todo el tiempo preocupado y ni siquiera lograba descansar adecuadamente. Por otro lado a mí se me ocurrió hacer todos los arreglos pendientes desde que nos casamos en la casa. Necesitaba tiempo para "tener listo el nido" cuando naciera la guagua, y a pesar de que en la ecografía y otros exámenes la guagua parecía estar madura y con buen peso, le pedí por teléfono al Padre Miguel Contardo que rezara por que ésta guagüita naciera un poco más cerca de su fecha (1° de Mayo), pues estaba con contracciones regulares cada 10 minutos y la matrona me había dado 24 horas, el Padre Miguel me mandó por teléfono una bendición especial y "mágicamente" éstas desaparecieron totalmente. (mi mamá me retaría si escuchara esta palabra y me diría “no se dice “mágicamente” sino milagrosamente)

Tres semanas más tarde en control con mi ginecólogo; se pensó que el trabajo de parto se iba a desencadenar en las próximas horas, hasta fuimos a contarle a mi suegro pues había aumentado en un centímetro la dilatación y estaba nuevamente con contracciones regulares, pero la voluntad de Dios tenía dispuesta otra cosa...

Por la ecografía tomada a los siete meses, ya sabíamos que se trataba de un varoncito y yo lo había consagrado a San José quien es el más santo de los santos para mí, y además le debo muchas gracias y favores, por lo que decidimos ponerle José Marcel. A mí me encanta como suena como nombre compuesto, no así a mi marido, que de partida no le gustaba el nombre José y tampoco quería que se llamara igual que él, pero logré convencerlo, o a lo menos no ha reclamado mucho y creo que ya se acostumbró.

El día domingo treinta de Abril, pedí especialmente en la misa que nuestro hijo naciera al día siguiente por ser el día de San José obrero. Pero como dice el dicho que "A Dios rezando y con el mazo dando...", esa tarde fuimos a caminar al Parque Arauco (centro comercial) por que me habían dicho que caminar ayudaba mucho a desencadenar el trabajo de parto. Allí Marcel me compró dos preciosos camisones para dar de mamar sin problemas y me regaloneó dándome en el gusto en todo: quise comer papas fritas con doble porción de salsa de queso picante, además comí chocolate y una que otra cosilla por ahí.

Durante todo ese día estuve con contracciones. Estuvimos contándolas con Marcel toda la tarde, y eran aproximadamente cada diez o quince minutos, a veces cada media hora pero, según yo, irregulares y sin dolor. Llegamos a la casa como a las nueve de la noche y mientras tanto Marcel barría la calle acompañado por mi mamá yo preparé la comida y me tomé dos platos de consomé con huevo, pues no me apetecía otra cosa. Mientras, yo seguía con contracciones cada tanto pero no me preocupé de anotarlas ni contarlas pues me encontraba ocupada en la cocina, comimos como a las once de la noche, no por que no estuviera listo antes, sino porque Marcel quería terminar de barrer la calle, que estaba llena de hojas, pues hacía dos días habíamos tenido una tormenta de viento y lluvia bastante agresiva. Las niñitas dormían hace horas así que comimos tranquilos y nos fuimos a dormir.
Debo agregar un detalle importante: nunca me había pasado en mi vida de ir tantas veces al baño en un solo día, se me hizo un lavado de estómago natural.

Cuando mi mamá viene a Santiago, siempre nos quedamos conversando hasta muy tarde, Marcel está acostumbrado, así es que se durmió tranquilo por primera vez en muchos días...pobrecito roncaba... se le notaba agotado física y psicológicamente, las últimas tres semanas prácticamente no dormía en la noche, se despertaba sobresaltado cada vez que me levantaba al baño. Por primera vez en muchos días se durmió profundamente.
Como a la una de la mañana comencé a sentir que la cosa se ponía un poco más regular, cada diez a veinte minutos aproximadamente mi mamá me decía por qué no llamaba a la matrona, que era un tercer hijo y no el primero, y a continuación me contaba el caso de Fulanita que había tenido la guagua en el auto, o de Sultanita que cuando se dio cuenta que era trabajo de parto no alcanzó a llegar a la clínica y se fue a la comisaría que le quedaba más cerca, ¡súper optimista mi vieja!
Yo la tranquilizaba diciéndole que no podía estar en trabajo de parto pues no me dolía nada y se supone que tenía que sentir a lo menos un dolor aunque fuera suave, además el proceso era tan irregular que no tenía para qué preocuparse... le leí los síntomas que debía presentar cuando estuviera a poco del parto que me habían dado en el curso de parto natural y me dijo que yo estaba con esos síntomas e insistió en que llamara a la matrona y yo volví a argumentarle que si no tenía dolor ni regularidad en las contracciones significaba que todavía no llegaba el momento, conversando así estuvimos hasta como las dos de la mañana ahí le dije a mi mamá - "¡Oye mamá, que rico! ahora comenzó a molestarme un poquito, yo creo que va a nacer mañana... es decir hoy, además llevo cuatro cada cinco minutos, así es que voy a esperar unas tres más para despertar a la matrona". La respuesta no se dejó esperar y dijo que la llamara cuanto antes mejor, que recordara que éste no era primer parto y que las cosas podían resultar mucho más rápidas de lo que yo pensaba. Porfiada como soy, igual quise esperar otro rato para llamarla... al hacerlo, le conté el panorama, pero parece que tan tranquila, que me dijo que si seguía igual en una hora y media más la llamara para irnos a la clínica... diez minutos más tarde me dieron ganas de ir al baño, vacié el intestino y sentí una contracción sin dolor pero escuché un ruido como de destapar una botella y un líquido que caía que no era pipí, ahí pedí que despertaran a Marcel... había roto membranas.

Mamá primero llamó a Rosa María por su cuenta y le contó lo sucedido, ella le dijo que antes de media hora tenía que estar en la clínica. Costó despertar a Marcel, al fin se levantó y yo comencé a sentir un leve dolor durante las contracciones como un dolor menstrual suave, eso sí más seguido y más intenso en el sentido de lo dura que se me ponía la guata, el dolor nunca lo sentí como insoportable, menos aún respirando como nos habían enseñado en el curso de parto sin dolor que hicimos con mi matrona. Marcel me apuraba para irnos, y yo le decía que no se preocupara, que todavía quedaba tiempo. A cada momento me acordaba de algo que se nos olvidaba: el neceser, la cámara fotográfica, la maleta.. etc., etc. Total... nos demoramos un poco en salir, pues además estaba perdiendo líquido amniótico y me tuve que cambiar tres veces la toalla higiénica antes de salir. Comenzaba a sentir presión en la zona pubiana, pero lo consideré normal dadas las circunstancias...
Las contracciones eran cada dos o tres minutos y aún así yo estaba convencida que recién comenzaba el trabajo de parto y que faltaban todavía varias horas para dar a luz, Marcel se fue manejando rápido a la clínica, yo le decía que no se apurara tanto que todavía faltaba para que naciera... Al llegar, cuando me vio el guardia, vino con una silla de ruedas a buscar-me al auto, yo no me quise subir pues me sentía mejor de pie que sentada, a pesar que si bien me dolían un poco más las contracciones, no me impedían caminar es más hasta me dio risa verme en el reflejo del vidrio en la facha que llegué: vestido de lana largo, calcetines escoceses de Marcel y unas chalas que por el edema era el único zapato que me cabía últimamente... la verdad es que el reflejo que me devolvió el cristal de la ventana de Urgencia de la clínica Cordillera, era cómico... mi panza era absolutamente descomunal. Bueno, mis guatas siempre han sido gigantes... a partir de los cinco meses todo el mundo piensa que estoy a punto de dar a luz y cuando se enteran cuanto tiempo tengo, apuestan a que es más de una guagua la que viene en camino.

Al entrar a recepción me vino otra, no me dolía mucho pero fue bastante intensa. Marcel se quedó en recepción dando los datos y yo partí a la pieza número siete que me habían asignado y que yo unos días antes había dicho que ojalá me tocara esa pieza pues es más grande que las otras individuales pero en el camino la matrona de turno me hizo dirigirme al policlínico de urgencia para tomar algunos datos y evaluarme, le dije que prefería esperar a que llegara mi matrona y partí caminando a buscarla y al dirigirme a recepción veo venir corriendo y con cara de circunstancias a la Rosi. Me llamó la atención verla con cara de apurada o preocupada, pero me relajó saber que ya estaba conmigo.
Yo quería dar los datos primero a la matrona de turno, recordando cómo había sido en mi primer parto, pero Rosa María me dijo que ella prefería verme primero... en el momento en que comencé a sacarme la ropa interior para subirme en la camilla ginecológica, sentí un dolor fuerte, creo que me desconcentré en la respiración y por eso me dolió, me abrazé a la Rosa María y ella me consoló igual que a un niño pequeño, con mucha ternura. En seguida me subí a la camilla ginecológica con los zapatos y los calcetines de Marcel puestos.
Cuando me miró Rosa María me dijo: - "la guagua está aquí"- lo dijo con tanta tranquilidad que francamente no le creí , o no quise creerle, le pedí que fuera a buscar a Marcel que se encontraba en recepción. Ella me dijo que ella no podía ir por Marcel ahora, y comenzó a dar órdenes e instrucciones a las dos auxiliares que allí se encontraban. En ese momento sentí muchas ganas de ir al baño.
- ¡Rosa María me dieron ganas de ir al baño! - le dije pensando que podría bajarme de la camilla e ir al cuarto de aseo.
- ¡Eso es un pujo! ¿No ves que tu guagua está naciendo?- lo dijo muy controlada, pero me di cuenta que hablaba en serio cuando comenzó a reclamar que cómo era posible que no tuvieran nada a mano para atender un parto de Urgencia. Que ella tenía en la maleta de su auto más implementos para ello que en éste centro asistencial. En seguida me dijo que iba a parir ahí y que ella no podía ir a buscar a Marcel. Tomó dominio de la situación aún sin los elementos mínimos como para ello. Me ordenó con suavidad:
- Con la próxima contracción, empuja suave...
Cuando ésta llegó, casi en seguida, comencé a pujar y me dijo con firmeza:
- ¡hey! ¡suave, te dije! ¿O acaso quieres que se me caiga la guagua al suelo? - y se puso a reclamar que ni vaselina tenían, que iba a tener que hacer una episiotomía (tajito para facilitar la salida del bebé) innecesaria.
Yo seguí pujando suave pero con energía, estaba sorprendida de que no sentía dolor alguno. Sin embargo parecía cómo si lo tuviera, puesto que, para hacer fuerza, sentí la imperiosa necesidad de gemir mientras pujaba, como si ello ayudara a hacer más fácil el trabajo. Respiré un poco sin dejar de pujar y continué haciéndolo controladamente siguiendo al pie de la letra lo que me decía mi matrona: "sube la cola... relaja el periné ...puja con suavidad...muy bien...aquí está tu niño..." Y lo puso sobre mi pecho... aún conectado a mí por el cordón umbilical... yo me había subido el vestido lo más que podía y lo acomodé lo mejor que pude entre los pliegues de mi vestido. Rosa María esperó un minuto más o menos a que dejara de latir y cortó el cordón que todavía nos unía a mí y al bebé.

Difícil es para mí describir lo que sentí en ese momento: la emoción de un hijo varón, la pena de que Marcel no venía, o no le habían avisado, tanto habernos preparado para un parto natural asistido por mi esposo y los demás de espectadores...(exeptuando la matrona). Me di cuenta que Dios hace las cosas como Él desea y no como nosotros esperamos... Tenía al niño llorando entre mis brazos cuando llegó Marcel. Mientras, la Rosi comenzó a coserme el tajo en frío, y me sorprendí que las primeras tres o cuatro puntadas no las sentí. Ahí comprobé en carne propia la verdad que había en las palabras del neurólogo que nos había hecho una clase durante el curso, con respecto a la liberación de una hormona llamada endorfina que anestesia completamente en el momento del parto.

Nuestro hijo nació justo al cumplir sus cuarenta semanas, es decir el día 1° de Mayo, a las 3:03 de la madrugada, el día de San José obrero, por lo que el nombre que le elegimos le queda regio por haber nacido ése día, así siento que va a obtener más gracias de éste su Santo protector.

Marcel no podía creer que ya había nacido, escuchaba el llanto de una guagua pero no podía creer que era la suya hasta que la vio, se lo mostré y lo encontró bonito, se notaba que el pelito era rubio pues se veía casi pelado. El niño estaba limpiecito y mojadito cubierto por unos géneros supongo que estériles. Apenas terminaron con la costura, entregué al niño pues se podía enfriar, allí no había calefacción. Se fue con su papá, que después estaba indignado que no le hubiesen avisado, dijo que le habían dicho "que venga el papá" sin ningún tipo de explicación, y que en recepción le dijeron que tenía que terminar de dejar los datos y el cheque en recepción primero... ¡es para matarlos!

Por supuesto que mi ginecólogo, se vino a enterar cuando ya había pasado todo, lo llamó Rosa María y por lo que escuché de la conversación le llamó la atención por no haberle avisado antes, pobre, si la culpa no fue de ella sino mía. El le dijo que venía a la clínica a verme que me llevaran a pabellón, se tardó muchísimo en llegar. En realidad, no fue tanto, sino que a mí se me hizo eterno, y se le pasó el cuarto de hora a la guagua para ponerla al pecho, pues el tiempo que pasan despiertos después del parto es breve y por eso quería aprovecharlo antes de que le viniera la "flojera del recién nacido", que sufrí con Dominique por lo mismo: tardar en ponerlo al pecho por primera vez. Esto trae como consecuencia algunas veces, que les cuesta mucho aprender a mamar y por lo tanto en vez de recuperar el peso con que nacen a los diez días, se bajan mucho más de los esperado. Esto no importa si la guagua nace grande y con buen peso, pero puede ser delicado en un bebé de bajo peso.

Cuando llegó el doctor a verme yo lo esperaba en el pabellón, me llevaron en camilla, en circunstancias que podría haber ido perfectamente caminando. De hecho la camilla no cabe en el poli de Urgencias así es que me bajé sola de la camilla ginecológica donde tuve la guagua salí del recinto y me subí a la que me llevó a pabellón, da risa contarlo, es increíble, pero cierto. Como actualmente todo es tan planificado, sobre todo en el barrio alto, las clínicas privadas no cuentan con este tipo de emergencias, por lo tanto no siempre están preparadas para ello.

"Estos partos de lavandera no son propios del barrio alto" comentaba yo después con Helena, la madrina de José Marcel. Me sentí comprendida por ella pues tampoco ha tenido dolores de parto, pero eso ha sido con sus tres hijos, no como yo que sólo fue ahora, pues mi otro parto normal que fue el de la Domi, fue inducido, y tuve dolores, aunque debo reconocer que sumamente soportables nada angustiante, quizá por que soy tranquila y nunca le tuve miedo al parto.

Mi ginecólogo vino en balde, pues me miró y apenas si me tocó, y cuando lo hizo yo reclamé de dolor (por los puntos), dijo que sin anestesia no se podía... Pienso que tal vez no supo cómo reaccionar en ese momento, creo que está acostumbrado a que sus pacientes estén anestesiadas o bien rechaza el sistema de parto natural. Lo que me dio pena fue que se quedó sin salir con su familia los dos fines de semana largos que hubo en el último mes: semana santa y éste pues el 1° de mayo éste año fue lunes, por esperar mi parto... y cuando éste se presenta, no me alcanzo a dar cuenta y no le aviso.

Hasta en eso José Marcel va a resultar inolvidable...¡Que manera de llamar la atención!... Quizá cuáles serán los designios de Dios para él... qué caminos irá a recorrer... pero sí estoy segura de algo: Este niño tiene un destino especial... lo intuyo.

EL CAMAROTE

Cuando nació nuestro tercer hijo, hubo que desocupar la habitación que habitualmente ocupaban las niñitas, las instalé en la habitación que yo usaba tradicionalmente como escritorio. En ella puse un camarote por que su distribución no deja espacio para circular si se utilizan dos camas. Nunca me han gustado los camarotes pero es la única alternativa que tuvimos dado el espacio del que disponíamos. Inclusive tuve que eliminar un closet para poder hacerlo.

Naturalmente, fue nuestra hija mayor, Dominique, a quien se le asignó la cama de arriba, porque Marie Anne era muy pequeña además de muy inquieta. Vivía teniendo accidentes caseros y siempre está con las piernas llenas de moretones... Por otro lado, Marie Anne sólo tenía dos años y medio, lo suficientemente chica como para prohibirle desde un principio subirse siquiera a la cama de su hermana.

Cuando yo había regresado hacía pocos días de la clínica con José Marcel, nuestro nuevo retoño, sentimos de pronto un golpe seco que provenía del cuarto de las niñitas...al ir a ver me asusté con el cuadro que vi... Marie Anne comenzaba a llorar en el suelo y se encontraba con los brazos enganchados en la baranda de protección de la cama superior del camarote... es decir...aterrizó con la cabeza, estaba consciente y lloraba angustiada... me llamó la atención que, mientras la consolaba, ante mis ojos comenzó a ponérsele negro el ojo con una rapidez que me angustió. Dejé a la nana a cargo y envolví a la niña en un chal y salí a la calle dispuesta a parar el primer auto que pasara por la calle... como Dios no se distrae... Marcel, mi marido, venía en ese momento llegando de la oficina, así es que parti-mos a Urgencia de la Clínica Alemana con la niña.

Allá se dieron cuenta que había fractura craneana, por lo que el neurólogo quiso dejarla internada en la UCI (unidad de cuidado intensivo), para observarla puesto que la fractura estaba ubicada en el hueso frontal sobre la cuenca del ojo, y podía tener consecuencias impredecibles... así es que la dejamos.
Casi se nos partió el corazón con Marcel cuando la dejamos en brazos de una enfermera y se la llevó... los gritos de angustia es lo que más recuerdo... ella sintió que la dejábamos solita...fue un momento muy amargo para Marcel y para mí. Estuvo allí 3 días, durante los cuales le tomaron todo tipo de exámenes, entre ellos un Scanner que revela claramente la fractura del hueso frontal sobre la órbita izquierda. La niña ni siquiera pre-sentó signos de T.E.C. (traumatismo encéfalo-craneano), así es que al tercer día no se justificaba tenerla internada y menos en la UCI, así es que le dieron el alta.

Habitualmente nosotros aseguramos a los niños en la clínica alemana a través del seguro escolar, pero ése año, quizá por estar a punto de tener a José Marcel, se nos olvidó. El caso es que yo estaba convencida de que la niña tenía seguro y después comprobamos que no era así, por lo que nos salió bastante caro los tres días de estadía de la gorda sumado al scanner y otros exámenes. Lo que ahora considero positivo, pues tengo en mi poder todos esos documentos que acreditan lo que estoy contando y que al presentárselo a cualquier neurólogo competente podrá decir que lo mínimo esperado con semejante fractura craneal es tener algún síntoma de TEC, cosa que nuestra hija jamás presentó, sólo se le puso el ojo negro y se le hinchó muchísimo los primeros dos días y le duró aproximadamente tres semanas el ojo en tinta.

MARIE ANNE

A mi hija Marie Anne, le puse su nombre en francés debido al apellido de mi marido que es de origen galo. Nació un 8 de Septiembre, y es la razón por la cual le puse ese nombre: María por la Virgen y Ana por su madre, pues siempre he pensado que el día del cumpleaños es un poco también el día de la madre, mal que mal, uno la esperó nueve meses y fue quien la tuvo... ¿No?

Al igual que a Dominique recién nacidita le colgué del cuello con un cordel firme, la medallita de la Virgen de los Rayos, más conocida como Medalla Milagrosa, pues así me siento tranquila que la niña estará siempre protegida bajo el manto de la Virgen, sobre todo que se veía venir que ella sería bastante más saltimbanquis que su hermana, tranquila casi como una foto.

Siempre ha sido súper inquieta, desde antes de nacer, si no existieran las ecografías habría estado convencida que eran mellizos por como pateaba... pero sabía que había un solo bebé así es que pensé que era varón. Tanto se movía, que pocos días antes del parto, se volteó y quedó en posición podálica (sentada) y aunque hice hasta los ejercicios más incre-íbles para ver si se volteaba, permaneció así, por lo que mi ginecólogo no quiso arriesgarse y me practicó una operación cesárea.

Cuando tenía nueve meses, un día en que me había fallado la nana, mientras bañaba a mi hija mayor, Dominique, sentí un grito de Marie Anne que se encontraba perfectamente segura en su cuna protegida por barrotes. Yo me encontraba ocupada bañando a Dominique, con la cual siempre me tardaba un buen rato en lavarle el pelo pues en esa época tenía el pelo sumamente seco por lo que yo en esa oportunidad, le estaba lavando el cabello con un shampoo especial y una crema con la cual había que hacer un masaje de a lo menos cinco minutos (por eso sé cuanto tiempo me tardé).
Hice caso omiso del grito de la guagua, ya que yo la creía bien resguardada de cualquier peligro, además siempre trataba de llamar la atención con gritos y cosas similares. Cuando estaba secando a Dominique sonó el teléfono, era mi hermana a quien le corté pronto pues tenía a Dominique desnuda en el baño, y al regresar pasé por la pieza de las niñitas para ver a la guagua que hacía mucho rato que no la sentía para ver si se había quedado dormida, taparla.

Se me heló la sangre en las venas en cuanto me asomé al dormitorio de mis hijas con el cuadro que presencié: se había soltado de un lado la baranda de protección de la cuna y mi hija estaba colgando por el cuello atrapada entre el somier de madera y la baranda, la niña se veía consciente pero tenía una cara de angustia que jamás olvidaré. Mi corazón de madre me dijo que nada le había sucedido, pero cuando quise liberarla de ésta trampa, no podía sacarla...no puedo describir en palabras la angustia que sentí al darme cuenta que Marie Anne tenía la garganta tan apretada (el cuello aplanado), que no me podía explicar que ni siquiera estuviera cianótica, sí me llamó la atención, cuando por fin logré liberarla, que estaba en un estado catatónico, lloraba despacito... yo la tenía abrazada, tardó en volver al estado normal. Con ella en brazos la llevé conmigo a mi dormitorio para constatar que estaba bien y al pasar frente a la imagen de la Virgen que tengo en mi cómoda cuando la miré, me vino un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo, seguido por una congoja... caí involuntariamente de rodillas y lloré mucho pero tampoco fue voluntario, fue algo inexplicable… ahí comprendí que mi hijita había estado bajo la protección milagrosa, de la Santísima Madre, estuve de rodillas ante la imagen y retomé la realidad cuando llegó Dominique desnuda preocupada por mi llanto, la abracé y rezamos junta por la hermanita dando las gracias por la vida de mi niña. Una vez que terminé de vestir a mi otra hija, llamé a mi mamá para contarle lo sucedido y pedirle a mi vez que por favor fuera a misa en la tarde ya que yo no podía salir con las dos niñitas, para dar gracias a Dios y a María Santísima. La pillé justo cuando iba saliendo a misa, pero lo increíble fue cuando a las dos horas me llama de vuelta y me dice:
- Patricia, ¿Sabes qué día es hoy?
- Si, creo que es 6 o 7 de Junio...
- ¿Sabes? Hoy antes de comenzar la misa, monseñor dijo: "Hoy es un día muy especial pues celebramos El Corazón Inmaculado de María"
- No te puedo creer...
- Y en cuanto lo dijo, sentí una emoción muy grande y sentí una congoja... que me he puesto a llorar... ha sido la santísima Virgen a través de su Corazón Inmaculado que protegió a Marie Anne...
Que increíble, pensar que desde hace varios años mi mamá ha estado siempre ligada al Corazón Inmaculado de María, primero a través del Escapulario verde y luego fue ella quien le hizo el corazón a la imagen grande de Nuestra Madre que hay en el Santuario de Peñablanca. Por otro lado, yo también divulgo y ayudo a confeccionar escapularios verdes y los entrego a ministros de la Eucaristía para que les den a los enfermos que les toca visitar en mi parroquia.
Dios quiso que un par de años después de este acontecimiento alguien me contara el drama que conocía le había trocado vivir a una familia a la cual su bebé de siete meses había muerto ahorcado en su propia cuna por este sistema de barandas que se bajan. En menos de cinco minutos que el niño estuvo solo se ahogó, y no pudieron salvarlo. Poco después alguien me contó de otro caso que, afortunadamente, sucedió estando ahí mismo un hermano, que dio la alarma y no hubo consecuencias. Pero estos casos que me contaron me confirman lo milagroso de que Marie Anne haya sobrevivido más de 20 minutos colgando por el cuello.

3 sept 2008

MARÍA SANTÍSIMA SALVÓ A MI MARIDO

Un día rezaba yo con un rosario de plástico que me había regalado mi mamá, y que me había dicho que tenía muchas bendiciones pues no sólo estaba bendito por un sacerdote sino que también lo estaba por la Virgen durante una aparición en Peñablanca. Mi mamá vive en la quinta Región desde que Dios entró en su vida a través de María Santísima en una oportunidad a la que fue a una aparición más por curiosidad que devoción, esto transformó su vida, vendió todo y se fue a vivir a Villa Alemana para estar más cerca del cerro de la Virgen y poder asistir a las apariciones mientras las hubiesen.

Bien, continúo mi relato...era tarde en la noche un día Sábado, Marcel , mi esposo se había dormido. Tenía mucho sueño pero debía rezar el Rosario antes de dormirme como era mi costumbre a pesar de que me moría de sueño; cuando no me quedaban más que 3 avemarías para completar mi rosario apagué la luz y en cuanto me acostumbré a la oscuridad constaté un hecho que todavía me sorprende, mi rosario de plástico ordinario brillaba en la oscuridad con una luz blanca y potente que iluminaba a su alrededor, como si fuera fosforescente, pero las cosas de plástico fosforecentes tienen otro brillo como de un color verdoso, mi rosario brillaba blanco albo. Me di cuenta que era un regalo y le di Gracias a Dios por él, perdí el sueño, terminé con las avemarías y la salve y me quedé contemplando extasiada mi rosario... pero de pronto quise comprobar si no era sólo yo la que lo veía, así es que desperté a mi marido para estar segura de que no se trataba de una ilusión mía, le mostré en la oscuridad y le pregunté: - "Oye gordi, ¿Ves algo especial a éste rosario?" y me contestó - "sí, tu coso para rezar brilla" y en seguida se dio vuelta y siguió durmiendo. Me molestó que lo llamara "coso para rezar" y se lo dije y me contestó que mañana hablábamos que lo dejara dormir...

Continué contemplando éste fenómeno que pensé era momentáneo dando gracias a Dios pues sentí que en cierto modo ésta era una respuesta favorable a mis súplicas (yo estaba pidiendo poder engendrar pronto un hijo). Me dormí y al día siguiente llamé a mi mamá para contarle y ella me preguntó si sabía que día era ayer, le dije que no, y ella me dijo que era el día de Nuestra Señora del Rosario.

Cuatro meses después cuando voy al ginecólogo para confirmar mi embarazo y me pregunta la fecha de mi última regla y se la digo, me dice mirando un circulito especial que cuenta las semanas de embarazo, y me dice: " tu guagua es para el... 7 de Octubre", yo lo anoto y al llegar a casa llamo a mi mamá para contarle la fecha en que tendría que nacer la guagua y me dice: " ¡No te puedo creer, justo para el día de Nuestra Señora del Rosario!" Yo no sabía que el día de Nuestra Señora del Rosario era el 7 de Octubre así que para mí también fue sorpresa. Ya se me había olvidado la fecha en que se había iluminado el rosario yo sólo recordaba que era un día Sábado.

Al final, mi hija Dominique no nació el 7 de Octubre, sino el 1 de Octubre pues se me había hecho tóxico el embarazo y estaba muy hinchada y con la presión alta (Pre-eclamsia). Al día siguiente de mi cumpleaños llegué a la clínica con la presión un poco alta para iniciar un trabajo de parto por inducción pero yo insistí que quería un parto normal y que por favor lo intentáramos a ver si es que la presión no subía o se mantenía estable, y así fue. Claro que debo señalar que mi mamá estuvo rezando el rosario todo el tiempo que estuve en pre-parto y en pabellón y además que el parto fue normal, rápido y sin contratiempos. El trabajo de parto duró menos de 5 horas lo que es inusual en una primípara. Nuestra hija nació sanita fuerte y hermosa.

El día 7 de Octubre de ese año fue Domingo y yo me encontraba en casa con mi guagua recién nacida en compañía de mi mamá cuando a las 19:30 Marcel tuvo que salir a la oficina a hacer el cambio de turno.

Mi hija había mamado a las 7 de la tarde, pero inusualmente volvió a llorar de hambre como a las 8, y le volví a dar papa. Mientras, mi mamá y yo nos pusimos a rezar el rosario pues era el día de Nuestra Señora del Rosario, y como ambas somos devotas de la Virgen aprovechamos que Marcel todavía no llegaba a casa.

Estabamos un poco preocupadas pues eran las 9 de la noche y Marcel todavía no llegaba, mi mamá estaba más preocupada que yo, pero me distrajo para no preocuparme a mí. Como a las 10 de la noche, sonó el teléfono, era Marcel... me contó que estaba en la comisaría, que había tenido un accidente, pero que él estaba bien, aunque el auto estaba hecho puré. Me bajó toda la angustia y lloré un buen rato, pero mi mamá , como siempre, me dijo que no tenía que llorar sino dar gracias a Dios que toda-vía tenía marido... Tenía razón así es que rezamos otro rosario en acción de gracias.

Mi marido volvió a casa cerca de la medianoche con el auto remolcado por una grúa, que en cuanto lo ví casi me desmayé de la impresión al ver el estado del vehículo y ahí me contó lo sucedido:
Aproximadamente a las 8:30 de la noche venía manejando por Américo Vespucio y frente al Parque del Recuerdo (que a su vez se encuentra frente a una población llamada "La Pincoya" que tiene muy mala fama), venía a gran velocidad y perdió repentinamente el control del automóvil volcándose y dando varias vueltas de campana, quedando finalmente en posición normal, pero al otro lado de la carretera. Afortunadamente no hubo nadie más involucrado en este accidente, que después se supo que había sucedido a causa de un reventón de neumático debido a un objeto colocado intencionalmente en la calzada con ese fin. Marcel no perdió el sentido aunque explicó que se sintió mareado y atontado (es natural, con tanta vuelta de campana, raro que no se mató), cuando se da cuenta que en medio del polvo, que aún no terminaba de bajar, vio aparecer un grupo de hombres que tenían en sus manos palos y fierros. A pesar de sentirse un poco mareado razonó bien: ¿Cómo era que llegaba gente tan rápido si el accidente acababa de ocurrir? y ¿Por qué tenían palos y fierros en sus manos?... le pareció sospechoso y se asustó, entonces puso los seguros de las puertas tomó todo el dinero que tenía y lo guardó en sus calcetines incluyendo chequera y documentos. Sintió que esta gente estaba esperando que esto sucediera y que tenían intenciones de aprovecharse de la situación...

Dice que ante sus ojos comenzaron a sacar las tapas de las ruedas, los limpiaparabrisas, forzaron la maleta y sacaron todo lo que allí había: rueda de repuesto herramientas y algunas cosas personales... Cuando ya no había nada más que sacar, un tipo se acercó y manifestó su intención de terminar de romper el parabrisas que estaba bastante trizado pero no roto. Cuando el tipo se disponía a romperlo, dice Marcel que apareció una niña joven, a la cual no le vió el rostro porque ya estaba oscuro, pero que permaneció allí y calmó los ánimos de estas personas con suavidad y dulzura , persuadiendo a los hombres que no ingresaran al interior del vehículo hasta que llegaron los carabineros, 45 minutos más tarde, en que Marcel por fin se sintió a salvo para salir del auto...

Debo señalar que mi marido no es una persona religiosa, pero reconoce que es realmente extraño, por decir lo menos, que una mujer joven haya evitado que lo asaltaran sin necesidad de violencia y sin pronunciar grosería alguna, además tomando en cuenta que mientras más bajo el estrato sociocultural los hombres son más machistas y es casi una cuestión de honor no obedecer a una mujer, y menos habiendo otros varones cerca.

La deducción mía es:
- que nosotros consagramos nuestro matrimonio y familia a la Santísima
Virgen María bajo la advocación de Corazón Inmaculado de la Encarnación del Hijo de Dios en la ceremonia de nuestro matrimonio y la renovamos de vez en cuando los primeros Sábados de mes en el Santuario de Peñablanca
- que esto sucedió el día de Nuestra Señora del Rosario, y
- que mi mamá y yo rezábamos el rosario precisamente en el momento en
que sucedía el accidente.

Por lo tanto, yo pienso que sólo Ella pudo hacerse presente en el lugar de los hechos para evitar una tragedia, pues por la magnitud del accidente y de los daños del automóvil, a nadie hubiera llamado la atención que el chofer tuviera golpes mortales, es más ni siquiera habría ameritado un peritaje médico para una causa de deceso de haberse producido una tragedia.

El estado en que quedó el auto no daba para pensar que alguien pudiese haber sobrevivido adentro, y menos sin cinturón de seguridad, pues Marcel jamás he podido manejar con él puesto. Así es que el sólo hecho que haya sobrevivido al volcamiento, es ya un milagro.

Con este testimonio quiero demostrar la importancia de tener presente a Dios en nuestras vidas y que la protección de María Santísima es una realidad que a nosotros en particular nos ha tocado vivenciar de una manera especial durante nuestro matrimonio, que si existe algo de perfección en esta vida, nuestra relación con mi esposo se acerca mucho a ella en lo que se refiere a la paz y la armonía familiar.

Mi rosario celeste de plástico jamás ha perdido esa capacidad de brillar en la oscuridad, aunque ahora no es tan potente su luz como antes. Ahora funciona igual como si fuera de material fosforescente, es decir si lo tengo guardado en un cajón oscuro no brillará, pero sí, si ha estado expuesto a algo de luz. Pero ésta sigue siendo blanca y no verde-azulada como los materiales fosforescentes.

CÓMO CONOCÍ A MI MARIDO



Antes que nada debo decir que este es un testimonio cuya historia comienza hace varios años...

Tenía 26 años y sentía que con tanto fracaso en mis relaciones sentimentales, algo debía querer Dios de mí, que tal vez yo no estaba destinada a formar una familia como siempre había sentido vocación, sino que tal vez, era otro el camino a seguir...

Un buen día mi mamá me regaló un folletito con una devoción especial: Los siete dolores de María Santísima, entre cuyas promesas hay una que dice "Os daré cuanto me pidiereis con tal de que no se oponga a la Adorable Voluntad de mi divino Hijo y a la santificación de sus almas", realmente sentí un a emoción especial que existiera una promesa semejante, me entusiasmé y comencé a rezar diariamente los siete Dolores sumado al Santo Rosario.

Mi petición era que Dios me hiciera encontrar pronto mi camino, mi vocación que aunque siempre tuve claro que era el matrimonio y la familia, últimamente lo estaba dudando, pues había tenido varias propuestas de matrimonio los últimos años, pero de alguna manera nada resultaba, las cosas se deterioraban a la sola mención de la palabra matrimonio y terminaban diluyéndose... ahora me doy cuenta que en el fondo le tenía pánico al matrimonio y yo misma me ponía insoportable con los pololos y/o me ponía a engordar, no mucho, pero hacía que ellos se asustaran de casarse conmigo, en ese momento llegué a pensar que tal vez Dios me quería para la vida religiosa, no me disgustaba la idea, pues siempre he sido algo contemplativa... pero no sentía ganas de salir del mundo y menos de aislarme, siempre he pensado que el ser esposa de Cristo requiere de un llamado especial... y yo no lo sentía ...definitivamente no...pero estaba abierta a la posibilidad por si esa era la voluntad de Dios. Pero sí recuerdo haberle dado un especie de ultimátum a la Santísima Virgen; yo me abandonaba a la voluntad de Dios... pero yo no estaba dispuesta a seguir esperando indefinidamente... lo que fuera lo quería ya... pronto... dentro de los próximos seis meses... y prometí ponerme en oración para ello. Y lo cumplí... pero la muy fresca de mí pedí un esposo con las características de personalidad de mi abuelo materno que era mi modelo de Padre y esposo, sólo olvidé pedir la estatura... créanme que mi marido se parece mucho a mi abuelo en su forma de ser, hasta en los defectos, es flemático, tranquilo (de las aguas tranquilas líbreme Dios que de las torrentosas me libro yo), pero igual es un personaje bien controlado en general y un hombre bueno de corazón.
Así fue como en un viaje al norte conocí a Marcel mi marido, en un bus interprovincial, en un largo viaje que nos dio la oportunidad de conocernos y hacernos amigos. Recuerdo un pensamiento que tuve al atardecer ese día con Marcel sentado a mi lado que jamás en mi vida había tenido al conocer a alguien por buenmozo ni simpático que me cayera el personaje, pensé: "Que increíble sería que éste fuera el hombre de mi vida... yo que siempre ando buscando conocer nuevas amistades... y venir a conocerlo en un bus..." ni bien acabé de pensar esto, me dije a mí misma: "ya estás pensando cosas absurdas Patricia, olvídalo..." y me olvidé de ello... hasta que se cumplió mi autoprofesía... y me acordé de este pensamiento.

Tres meses después, luego de llamar a toda mi libreta telefónica de la A hasta la Z ...volví a la A otra vez... no encontraba a nadie, o a quienes encontraba, no podían acompañarme ese día a la FISA, pues me había conseguido 2 entradas gratis. Seguí con la B y me había saltado olímpicamente a Marcel Bunout, lo llamé y tampoco se encontraba en su casa, volví a llamar a los que no estaban por si hubiesen llegado, pero tuve suerte, no encontré a nadie. De todas mis amistades que llamé ese día Sábado, no encontré a nadie, y no fueron menos de treinta las llamadas que hice ése día. Me aburrí de llamar y me resigné a perder las entradas o bien intentarlo más tarde.

A los veinte minutos me llamó Marcel Bunout, yo inicialmente pensé que había llegado a su casa y le habían dicho que yo lo había llamado, pero luego descubrí que Marcel estaba trabajando en la FISA y que se le había ocurrido llamarme, para invitarme a ir a verlo. Ni siquiera se enteró que yo lo había llamado antes hasta que yo misma se lo comenté más tarde... así fue como comenzó a gustarme este personaje, una semana más tarde nos pusimos a pololear (el 12 de Noviembre de 1987) y exacta-mente un año después (12 de Noviembre de 1988) nos comprometíamos y tres meses más tarde, el 4 de Febrero de 1989, bendecíamos nuestro matrimonio en la capilla del Liceo Alemán en la Calle Bellavista de Santiago.


La celebración de nuestra boda fue especial, pues en medio de la ceremonia, consagramos a la Santísima Virgen nuestro matrimonio, fue al-go fuera de lo común, e hizo que muchas personas se emocionaran en forma especial durante ésta, a lo menos ése comentario recibimos Marcel y yo de muchas personas distintas, inclusive algunas que apenas nos cono-cían y venían por compromiso de negocios. Naturalmente, para nosotros fue extraordinariamente especial, pero es normal para los novios que su ceremonia sea la más especial a la que han asistido...

No me canso de dar gracias a Dios por mi esposo, pues ha resultado ser un marido exepcional, un hombre increíblemente dulce, tierno y de una bondad que no había conocido antes en alguien, es decir, superaba largamente las expectativas, pues yo sólo había pedido a la Virgen que pusiera en mi camino a alguien que me amara de verdad.

Nuestro primer año de matrimonio fue duro, particularmente para mí, por dos razones:
Primero debíamos esperar a lo menos 10 meses para engendrar un hijo, debido a que yo estaba bajo un tratamiento médico con un medicamento no compatible con un embarazo, nosotros que lo único que queríamos era tener hijos pronto, tenía que tomar anticonceptivos pues no podía arriesgarme...yo que siempre he estado en contra de la anticoncepción por considerar que es falta de fe en la Providencia Divina, tenía que tomarlos por orden médica. Y para colmo, me echaron a perder el metabolismo y me hicieron engordar como diez kilos, y no he podido lograr volver a mi peso por más que me esfuerce.
Segundo, mi suegra, la mamá de Marcel, una persona enferma e inválida, la trajimos a vivir con nosotros. No es fácil atender a una enferma que además es sorda y no hay comunicación, cuando no se tiene la especial vocación para ello. Fue duro para mí al principio, pero aprendí mucho con esta experiencia, me di cuenta que amar no solo era recibir... sino funda-mentalmente dar. También me di cuenta de la bellísima labor que tienen las auxiliares de enfermería y en general quienes tienen de cerca a personas enfermas a las cuales hay que hacerles todo igual que si fueran bebés, que es de una abnegación increíble. Esta situación duró 1 año y tres meses aproximadamente.

Durante los primeros meses de matrimonio nuestra relación se enriquecía día a día y las cosas siempre funcionaron bien a Dios gracias, aunque no teníamos autorización del médico para engendrar hijos todavía como habíamos planificado inicialmente, yo me mantenía ocupada cuidan-do de mi suegra y llevando mi casa.

Otra vez comencé, pues lo tenía abandonado, a rezar el Santo Rosario todas las noches pidiendo a Dios poder dejar pronto el tratamiento y así poder engendrar un hijo.

LA AGUJA Y EL CAMELLO

Cuantas veces hemos escuchado esa frase del evangelio que dice “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de los cielos”. Esto resulta difícil de comprender para algunos pues sabemos que hay ricos buenos como también pobres que son malos,,como también al contrario, hay toda una gama de seres humanos cada uno con su historia distinta como únicos somos todos, pero sí hay algo que tenemos en común, que es el llamado a vivir los valores o en santidad allí donde nos tocó vivir.
¿A qué se le llama aguja?
Aguja es el nombre que se le daba a las grandes puertas de las antiguas ciudades amuralladas como Jerusalén que de noche se cerraban para proteger a sus habitantes de los bandidos del desierto que asolaban en la antigüedad. Y el ojo de la aguja es una puerta angosta y pequeña inserta en la mayor, por la que sólo cabe una persona de mediana estatura, Y UN CAMELLO SÓLO CABÍA ARRODILLADO Y DESPOJADO DE TODA SU CARGA. (A veces nosotros mismos somos los camellos)
¿A qué se refiere la Biblia con “ricos” ?
Para responder esta pregunta hay que remitirse al texto de las bienaventuranzas:
“bienaventurados los pobres de espíritu” que se refiere a los humildes , mansos y sencillos, que se reconocen pequeños ante Dios, entonces por oposición los ricos de que habla la Biblia son aquellos que están tan llenos de sí mismos que creen no necesitar a Dios, son los soberbios.
En nuestro idioma, cristianamente hablando, la palabra “ricos” tiene un doble significado, completamente opuesto el uno del otro. Se puede ser rico materialmente o rico en el sentido bíblico.
Así, usando este criterio, podríamos básicamente dividir a la humanidad en cuatro grandes clasificaciones:
- Los ricos – ricos
- Los pobres – ricos
- Los ricos – pobres
- Los pobres - pobres

Los ricos – ricos: Estos son ricos materialmente y también son ricos de sí mismos, son ególatras, son a quienes más les cuesta ver a Dios en sus vidas. Todo se les ha dado fácil, trabajo, éxito, dinero y a veces hasta fama. Deben hacerse pobres de espíritu, es decir despojarse de su soberbia y reconocer que todo lo que tienen es gracias a Dios para ser felices. Si no logran despojarse de su carga, sus faltas de amor y de perdón no podrán pasar por el ojo de la aguja, pues el camello (el rico ) puede pasar, pero debe pasar de rodillas despojado de su carga y ayudado para poder entrar.

Los pobres – ricos: Suele darse mucha delincuencia, adicciones, degeneración y profundos dramas humanos en este grupo de personas. Son gentes resentidas con Dios y con los hombres por su vida miserable, culpan a los demás de sus problemas y no asumen sus responsabilidades. Son almas sufrientes que a su vez hacen, muchas veces, sufrir a los que les rodean, no logran perdonar a nadie y actúan como los animalitos, básicamente por instinto. Son seres de mirada oscura que a veces albergan mucho odio en el corazón.

Los ricos – pobres: Generalmente son personas de familias de tradición religiosa, a veces gente de fortuna, influyentes y/o grandes benefactores anónimos de todo tipo de obras para los más desposeídos. Aportan su tiempo y bienes para el bien común ya sea en trabajo o en ayuda material. Dios les retribuye con grandes, extensas y bonitas familias y éxito en sus negocios. Muchas veces estas personas son blanco de atentados, maledicencias, rumores y envidias de quienes los juzgan sin conocerlos.

Los pobres – pobres: Este es el grupo de almas más agradables a Dios, son aquellos que nada tienen pero todo lo agradecen: un día de sol, la comida , el trabajo, etc. Son como las avecitas del campo que nada les falta, el Señor se encarga de proveerles. Viven prácticamente de la Providencia Divina y lo reconocen. Son felices en medio de sus tribulaciones y generalmente son personas con familias bien constituidas y buenas relaciones con sus vecinos.

Naturalmente esta clasificación es demasiado amplia, pues todos los seres humanos tenemos alguna característica de algún grupo que no es del cual creemos
Pertenecer, pero bien, ahí está el desafío de la superación personal para ser una criatura agradable a los ojos de nuestro creador y desprendernos de la carga tanto sicológica (faltas de amor y de perdón) como lo superfluo, ser más austero y comenzar a amar al prójimo como a nosotros mismos, pero comenzando por amarnos, perdonarnos y comprendernos a nosotros mismos primero. Pues, ¿Cómo voy a amar a nadie si mi imagen y autoestima están dañadas y a veces destruidas? Solo perdonando lo lograremos, primero a Dios por haberlo permitido y luego a nosotros mismos por no haber dado en el blanco y luego perdonando a aquellos que de una u otra forma me han dañado alguna vez. Esta es la receta más sabia para ser plenamente feliz.
¿ Difícil ? Si, pero no imposible. El perdón al igual que la fe es una gracia de Dios que si no se tiene hay que pedirla… y un día nos llega uno, o la otra, o mejor… ambos y descubrimos que todo sufrimiento por el que pasamos valió la pena para nuestra purificación y redención.

Patricia Quiroga Newbery
1999